Me levanto pronto para preparar la salida con el amanecer. Salgo a la vez que unos vecinos franceses, Eric y Marie, su barco es el Plumes, con los cuales he hecho amistad en la marina, hemos tomado unas cuantas cervezas juntos. Así salimos en flotilla y navegamos juntos. Llevan 20 años navegando y este es su último año, ya está bien desde luego.

La documentación de salida se hace sin problemas. Me desprecintan el tlf. satélite de la bolsa de plástico y me puedo ir.

Pero Cuba no va a dejar de sorprender hasta el último segundo. Qué alguien me explique las siguientes fotos. A media milla de la bocana, hay unos pescadores inverosímiles. Alguno parece que está sentado en unos trozos de poliespan. No lo puedo entender, están sentados en el agua. No tienen remos, no tienen nada, no parece que estén mojados, están pescando con caña. 

Habrá 5 ó 6 pescadores ¿Serán remolcados hasta allí y luego les recogen?

¿Se dejan simplemente llevar por la corriente y el viento que ya tienen caldulado que les deja en tierra? ¿Donde guardan lo que pescan?

¿Remarán con las manos? ¿Tienen escondido un remo que yo no veo?

¿Tienen las piernas en el agua y con unas aletas se desplazan? 

Finalmente me confirman que la última es la buena; llevan aletas y es como si fueran con un flotador. Se les ve tranquilos y seguros, esto lo hacen de forma rutinaria.

Tienen hasta soporte para sujetar la caña. Así es Cuba, una incógnita sorprendente al límite de lo verosímil. Adios Cuba, hasta pronto.

La salida es de ceñida, Pero con viento moderado y sin ola. Navego con el Plumes cerca, el Krill es más rápido de ceñida y les adelanto. Estamos en contacto a través de la radio y nos controlamos por el AIS.

Una vez dentro de la Corriente del Golfo esto un placer total. El que sabe interpretar esos números lo entiende en seguida. La Corriente me regala al menos 3 nudos de velocidad, voy en una cinta transportadora a toda velocidad, casi sin hacer ruido.

Pero hay que ir super atento porque hay muchísimo tráfico. Duermo solo de 20 en 20 minutos. EL AIS funciona y me avisa bien. Realizo una virada porque me estoy metieno en un lío entre mercantes, me salgo y navego más tranquilo.

Una maravilla de navegación, no bajo de 10 nudos de velocidad desde las 7 de la mañana hasta las 16.00h que llego a Bimini, Bahamas ¡¡Qué viva la Corriente del Golfo!!

La entrada es bastante exigente, sobre todo cuando se entra solo. Pero entro bien. Ritual de chupito ancla. La isla Bimini es el punto más cercano de las Bahamnas a Miami, está solo a 48 millas. Se usó siempre como isla de contrabando hacia USA, para alcohol, marihuana, lo que sea. Es muy pequeña y alargada, tiene un canal a lo largo y dos calles para coches, poco mas. El canal parece que está cortado con motosierra, es una pared cortada que sube a menos de dos metros en vertical. Un gran hotel y 5 ó 6 marinas  que ahora están vacías porque es temporada baja. Nada más. 2000 personas viven. Es punto de paso de ferris de pasajeros que se bajan cogen unos cochecitos de golf de gasolina y se ponen a circular por las calles de arriba a abajo hasta que se paran en algún punto de la playa o se van a comer.

He hechado el ancla al final del canal, es una zona muy protegida pero donde no me puedo bajar, porque todo lo que hay alrededor son casas maravillosas de americanos con el embarcadero particular, es todo privado. Me refugio aquí porque viene bastante viento. Pasan tortugas y barracudas.

Al día siguiente hacemos juntos la entrada en el país y resulta caro y laborioso, se supone que debemos hacerlo en una página web que no funciona y para que nos ayuden debemos pagar 100 dólares. La entrada en el país cuesta 300 dólares. El precio de las aguas turquesas.

No estoy a gusto en el fondeo, he garreado un poco y mis amigos se han salido fuera. Al final me decido y me voy con ellos. Viene Eric a echarme una mano para levantar el ancla con tanto viento. Tenemos unos 25 nudos. 

Salimos por el canal. Voy concentrado mirando las boyas señalizadoras del canal y el color del mar. El color no lo veo bien porque me da el reflejo del sol. El viento sopla fuerte. Hablamos un poco Erick y yo y de pronto rasco coral. El maldito y terrible ruido. Rasco fuerte, uf me salgo. Con el viento las boyas están movidas fuera del canal y me he salido un poco, el coral es como un cuchillo de acero, suena fatal. Suena fatal, en efecto, parece que me ha mordido un tiburón. Maldita sea.

En fin, aún así seguro que puedo navegar. Tengo que arreglarlo, pero seguro que puedo navegar. En Bimini no. Me pongo a mirar posibles reparadores enfrente, en Miami que está a solo 40 millas. Encuentro uno y me presupuesta la reparación entre 15.000 y 20.000 dólares!!! Estamos completamente locos. Esa reparación se hace por menos de 1000 euros. Me queda claro que me debo alejar de Miami. Así que empiezo a mirar por el norte, y en Jacksonville o San Agustín veo que hay marinas y servicios, con lo cual posibles reparadores. Decido ir hacia allí, serán unas 300 millas y me servirá para probar la navegación con timón roto.

Con mis amigos Erick y Marie en Plumes, están Catie y Tom en Meerman, allí estamos los tres fondeados.

Doy un paseo por la isla, es muy pequeña, y tiene dos calles, la de los turistas y el tráfico y la del pueblo que es peatonal y se hace la vida de la isla. La isla no tiene más. Es un paraíso para bucear, bastante complicado para navegar a vela. Invito a los amigos al barco a tomar una tortilla de patatas, me estoy convirtiendo en un experto. Necesito un poco de fiesta para olvidar la pena del timón.

Lo pasamos muy agradable y me inspiro para tocar un poco el Gúbal. De despedida, no sabemos si nos volveremos a ver, pero los seis juntos otra vez seguro que no.

Gracias por vuestra compañía cariñosa.

A la mañana siguiente, zarpo a las 10.00h hacia USA, me hacen una despedida sonando trompetas, desde el Meerman, la caracola marina suena fuerte. Catie sabe sacarle el sonido. Me emociona. Hasta pronto!!