Ya me he quedado solo. Es un shock, despues de dos meses de tanta vida en común y tan próxima. Pero también me gusta estar solo. Poco a poco recupero mi ritmo. Después de 48 horas de lecturas y pequeñas reparaciones casi sin salir del Krill, decido coger un taxi para ver La Habana.

Este es el coche de Jorge, el taxista de la Marina Hemingway. Un Chevrolet del año 49. Todo original. El motor suena desde hace  76 años. Da mucho respeto cuando te subes dentro y arranca. El coche era de su abuelo, luego de su padre y ahora suyo. Jorge tiene 72 años, fue capitán de la marina mercante, pero la pensión sola no le da para mantener a su familia con el nivel que el quiere y trabaja todo el día todos los días. Es de los privilegiados. Tener un coche clásico en Cuba es tener un negocio seguro.

- En La Habana hay gente muy pobre viviendo en las casas. Esa gente le puede pedir cualquier cosa, jabón, champú, dinero. Puede ser algo pesada pero no es peligrosa, no pasa nada, usted siga su camino. La Habana no es peligrosa, si no se va de noche a lugares muy alejados, la Habana es segura. De todas formas si tiene cualquier cosa, usted me llama y yo llego en seguida.

- Gracias Jorge.

Me deja en la Plaza de la Catedral. Importante  catedral, que ya avisa de la riqueza que la construyó.

Al final de la calle, la Plaza vieja. También preciosa. ¿Salamanca? ¿Madrid?     ¿Sevilla? Un poco de cada. Y su toque especial.

Ya se oye música cubana salir de los bares y restaurantes.

Pero en cuanto paseas por las calles te encuentras con la otra Cuba.

La Cuba de ahora que llora sin energía.

Una Cuba que consigue milagros haciendo funcionar lo imposible.

Pero que no tiene para recoger sus basuras. Ni para contenedores.

Una Cuba donde te encuentras en cualquier momento cualquier cosa sorprendente. Por ejemplo, un atún de 30 o 40 kilos paseando a hombros por la calle.

La suciedad y el desplome al lado de la limpieza  y el mantenimiento.

Lo que más brilla en La Habana son los taxi coches clásicos. Generan una auténtica economía. Una vuelta de una hora 60 dólares, por persona.

Pero en las calles principales, hay casas que se caen a cachos. Literal, hay que tener cuidado y no caminar por debajo.

Enfrente de otras preciosas y bien mantenidas. Los contrastes son tan grandes que son difíciles de encajar.

La joya de la corona estaba espléndidamente protegida por dos fuertes a cada lado de la bocana de entrada a la bahía, el Castillo de San Salvador de la Punta y el Castillo de los tres Morros.

EL famoso malecón.

Puedo pasear bien, pero de vez en cuando me paran y me siguen o me piden, hasta que digo que no y no. Un chico me para, habla bastante, es ingeniero mecánico pero no tiene trabajo, desprotica contra el gobierno y lo explica bien. Le doy 50 pesos y dice que con eso no le llega para nada.

También hay arte en la calle.

Tomo un daikiri en La Floridita. Uno de los bares más famosos. Con buena música.

En La Habana nada  o todo sorprende, al lado del Capitolio  una gran caldera abandonada hace años, grafiteada.

Pza. de Armas. En Madrid no tenemos una tan bonita.

La Lonja del Comercio. Todo poderío, aquí hubo mucho poderío. 

Y luego te encuentras a los músicos de contrabajo, sin funda ni transporte, entrando en autobuses abarrotados. La operación tarda unos cuantos minutos, yo no daba crédito, allí no cabía ni una mosca, pero si, al final caben musícos y contrabajos. Esto es Cuba.

El único bar de nacionalidad extranjera que he visto en la Habana es el vasco ¿Porqué será? Aupa Athletic..

Y en la calle de al lado, la basura por los suelos.

Y la calle de al lado, parece Viena. Esto es el Capitolio, que hicieron los americanos.

Me siento en un escalón y enciendo un cigarro que me ha conseguido Pichú, mi conseguidor. Magnífico puro que me ha costado 48 céntimos. Dejo que los sonidos de La Habana me entren solos: suena Juan Talamera en una terraza, suenan los motores clásicos profundos, las motos, se oye los esfuerzos silenciosos de un taxi bici que pasa cerca, y se oye un ruido metálico raro repetitivo que no acabo de identificar. A veces suena al ritmo de la música, a veces contra la música, a veces en los silencios, se hace protagonista. Lo busco y al final lo encuentro.

Es un cubano aplastando latas

Un cubano aplastando latas. Todo a la vez,  integrado en el ecosistema urbano, reduce las latas a la mitad y así podrá llevar el doble. De cada lata que golpea sacará parecido a lo que cuesta cada calada de mi cigarro. Doy una calada profunda y el cubano reduce una lata a la mitad de su tamaño, suena Juan Talamera. Todo se aprovecha en Cuba.

 Llamo a Jorge para que me venga a buscar, y me lleve a la marina. Tengo tristeza. Demasiada pobreza, demasiado normal, demasiado difícil de solucionar.

Jorge es una persona culta e instruída, habla ingés, ruso y español, es descendiente de rusos. Le pregunto sobre la situación del país:

- No es fácil gobernar este país, es un país agrícola subdesarrollado. El embargo nos limita porque nos obliga a pagar al contado, los bancos no pueden darnos crédito por las penalizaciones del embargo, tenemos que pagar todo al contado y no tenemos dinero para pagar el petróleo, no somos Venezuela. Con la URSS podíamos trabajar muy bien pero cuando despareció el campo socialista, nos quedamos en la nada; centrales nucleares a medio construir se quedaron abandonadas. Ahora con China se ha llegado a acuerdos importantes y vamos a instalar potencia solar suficiente para poder acabar con los cortes de luz.

- ¿Pero hay posibilidad de alternativa política? ¿No hay demasiada represión?

- Hay represión para los criminales. Pero no hay represión para el que la hace civilizadamente. Hay democracia, Fidel organizó en Cuba los CDR, los Comités de Defensa de la Revolución. Son los que se ocupan de gestionar los barrios, son voluntarios que se ocupan de la gestión del barrio, de la relación con las instituciones y las necesidades del barrio. Cada año se hace una reunión anual, se reunen todos los vecinos en una comida comunal, cada uno lleva lo que puede y se hace balance de lo que ha pasado, de lo bueno y lo malo. Se hacen los reconocimientos, los logros, los fracasos y los problemas. Se presenta el plan para el año que viene. Se premia a los que han conseguido logros meritorios. Y cada año se renueva a los responsables, se les vota o no democráticamente. Y el que quiere se presenta al puesto y es elegido o no. Y trabaja por el barrio y sus necesidades ¿A esto lo llaman dictadura? El capitalismo es otro tipo de dictadura, es la dictadura del dinero. En USA no se puede hacer política si no eres millonario, eso también es una dictadura, la del dinero y el beneficio. Aquí en Cuba la sanidad es gratuita. 

Me acuerdo del anzuelo en el cuello de Romancapi.

- Y la educación es  gratuita y obligatoria. Eso también ha generado un problema, al hacer obligatoria la educación, los agricultores formados se han venido a la ciudad y no tienen trabajo y en el campo no hay nadie ni quiere estar nadie. No es fácil, todo tiene su contrapartida. Aquí hay pobreza pero no miseria, nadie se muere de hambre, el gobierno se preocupa de que haya comida para todos. En EEUU

- ¿Pero eso es legal?

- Bueno, yo no la tengo, la tiene otro a quien pago y me pasa el cable. Así puedo tener una visión de las dos realidades. En USA hay mucha pobreza y niseria. Pero lo vemos solo mi mujer y yo. Mi hija no, con 12 años todavía es joven para ver la TV americana y se contaminaría mucho.

Me callo. Eso es represión y censura en la intimidad del hogar. Pobre niña, no puede ver la tele americana. Y la cubana es como la tele de Franco.

Qué complicado.

Llegamos a la marina Hemingway, le pago 25 euros por el viaje. Es caro. Pero es un coche del 49, hay que darle de beber.

Al día siguiente tengo una recepción en el Club Náutico Internacional Hemingway. Ha llegado un barco español, el Badú, un proyecto muy bonito, Navegantes para la Historia, visitan los principales puertos fundados por los españoles creando conocimiento a través de conferencias. EL Comodoro Escrich del Club Nautico Interancional me incluye en el cortejo sin avisar. Resulta que la primera regata transoceánica en el mundo fue SanSebastian La Habana y sería su sueño que se volviera a realizar. Yo le he entregado unos grimpones del Real Club Náutico de San Sebastian para hacer hermanamiento. Veremos veremos. La verdad es que organizan un cócktel fenomenal y el sitio es estupendo. Con agregados culturales y antiguos capitanes de la marina de Cuba. Mucha pompa. EL Club vive de sus relaciones internacionales y donaciones y lucha con todas sus fuerzas porque estás se refuercen. De dentro de Cuba no puede sacar nada. Foto de la recepción.

La Marina está en el barrio de Jaimanitas. Era un pueblo pesquero que se ha convertido en un barrio colindante a La Habana. Es humilde, bonito y tranquilo. Se puede pasear tranquilo. Esta es la bahía. Tiene una zona mejor y otra más pobre.

- Hello, where are you going?

- No a ningún sitio gracias.

- ¿¿Español?? Mi corazón con España, los españoles sois lo máximo, mis mejores amigos españoles, unos asturianos me invitaron a su casa, me dicen Pichu eres lo mejor, me teneis para todo, lo que sea ¿Que quieres necesitais algo? Pichú, me llamo Pichú, yo te consigo lo que quieras. ¿Tú como te llamas?

- Yo Santiago.

- Santiago de Cuba! Eres mi hermano tío. Que te hace falta, Pichú te lo consigue, tío ¿Quereis cambiar dinero? ¿Queréis taxi? ¿Comprar comida? Me dijeron que decir tío es falta de respeto.

- Pues tengo que cambiar dinero. Bueno depende de a quien y cuando.

- Vamos yo te llevo que te van a hacer el mejor cambio.

En efecto despues de presentarme en 5 ó 6 sitios como su hermano español me consigue el mejor cambio que hasta ahora había conseguido: 1 euro a 350 pesos en un restaurante. Jorge me ofrecía 300 pesos. Tomamos algo, es un restaurante turístico, El Laurel, terraza frente el mar al lado de la marina, muy chulo, clase alta y turistas ricos. Una cerveza, un mojito y un refresco, aperitivo de ceviche y seis croquetas 16.000 pesos, 50 euros.

- Mañana es el cumpleaños de mi hija, si me pudieras dar diez euros le compro unos zapatos de regalo.

- Vale.

- Qué elegante tío, eres lo más.

- Sí pero ten cuidado que la elegancia no se acabe.

Así empezamos una relación en la cual yo soy un monedero y él es un conseguidor. Me saca dinero pero me consigue lo que quiero. Realmente lo consigue todo y a buen precio. Yo le voy pagando por lo que me consigue y le hago algún regalo, ropa, jerseys, chocolate, champú. El cada vez más agradecido.

- Si fueras gringo yuma, te cobraría el doble tío, a los yumas sin piedad 45 euros la hora, un puro 1000 pesos, pero a tí no tío, a tí te cuido, tú eres mi hermano.

Decido ponerle una prueba complicada. No he visto ni una lechuga en Cuba.

- ¿Se puede conseguir en Cuba una buena lechuga?

- ¿Lechuga? Las lechugas solo salen por la tarde y hay pocas. Mañana a las 10 de la mañana te llevo lechuga.

En efecto al día siguiente está en el barco con tres magníficas lechugas. En el barco no, a 10 metros del barco. Porque la ley cubana es super estricta; ningún cubano se puede subir en nigún barco extranjero. Porque si se suben ya no se bajan y se van.

Pichú me lleva por el barrio y me lo enseña, todo el mundo le conoce, me lleva a su casa, me presenta a sus hermanos. Esta es su cocina y su habitación es la puerta contigua de 8 m2, me enseña su baño que parece que está metido en el salón de la casa de al lado por como se oye la tele del vecino, con ducha y todo, sin alcachofa, sin jabón, papel de periódico en lugar de higiénico. El agua que tienen no es potable, en la puerta de al lado la habitación de su hermano. Me invitan a comer rico pollo con arroz y tomate. Me lleva a por unos buenísimos y baratos puros.

 

Pichú se emociona cuando recuerda momentos felices en los que los turistas con los que ha hecho buenas relaciones le han hecho grandes regalos o reconocimientos. Recuerda a muchos que ya han muerto, ha vivido épocas mejores. Todos recuerdan con nostalgia el período Obama, cuando el embargo se relajó y empezaron a entrar ferris de turistas y barcos de todo tipo a Cuba. Me propone de todo, algunas cosas rechazo porque está claro que son robadas, por ejemplo una caja de 25 COHIBAS por 150 euros, esa me dió tentación, precio normal serían 600 euros.

Pichú es un truhán, un buscavidas profesional que cada día sale a la calle a conseguir el sustento. También me puede conseguir mujeres, me propone, incluso me las presenta, las que quiera, me deja su habitación para disfrutar, entre 25 y 40 euros.  Le cuesta mucho entender que no quiero mujeres, que no pago por el sexo. Me acuerdo de Diani. 

-Pichú, el sexo puede ser y debe ser otra cosa. 

- Claro Santiago, el sexo debe ser otra cosa, si tienes otra cosa. Pero si lo único que tienes es tu sexo, tu sexo no puede ser otra cosa. Yo te hablo de la realidad, de lo que pasa en la vida de la calle cada día, Santiago. Estás chicas necesitan, están locas por salir de aquí por conseguir 20 euros, que no hay nada, que es imposible conseguir nada, salir adelante. No tienen nada, la vida es demasiado dura cada día sin nada, nada nada. Este gobierno es una panda de mafiosos que se lo quedan todo para ellos y a nosotros nos tienen en la miseria ¿Embargo? Qué embargo si con el embargo se hacen ellos millonarios. A ellos no les falta la luz, ni les falta nada. Pero esto es lo que hay Santiago, tú lo estás viendo, tu ves el barrio, tu ves como vivimos. A una chica de esas le das 40 euros y unas caricias, una de café y dos de chocolate, y le alegras la vida tres meses, tío, es lo que hay, así es la vida. Yo te enseño la realidad.

Me lleva a la casa Fuster, Fusterlandia, Instalaciones de arte popular llamativo. Es un homenaje a Gaudí que comenzaron espontáneamente un padre y un hijo y poco a poco se ha ido extendiendo por las casas de alrededor. Otra agradable sorpresa.

Este es el barco Granma, con el cual desembarcó el 2 de Diciembre de 1956

Fidel y Raúl Castro, el Ché Guevara, Camilo Cienfuegos y el resto de dirigentes que luego hicieron la revolución cubana. Menuda montaron.

Al día siguiente me doy una vuelta en bici por la 3º avenida, la de los grandes hoteles.

Es el intento de Cuba de conseguir que la gran industria de turismo se desplace a sus costas.

En efecto hay grandes hoteles y un frente de mar estupendo con terrazas. Pero está vacío, con cortes de luz no hay turista que venga.

Sí parece que en este barrio hay más clase media, pero claro, es la calle paralela a las embajadas, la 5º Avenida la gran avenida de extranjeros de La Habana. Es normal que parezca más adinerada.

Al final de la calle, edificio en ruinas.

El viento se pone en contra y no llego al malecón. Me quedo en una terraza agradable hecha con palets. La bici Monty se porta bien como siempre.

Me despido de Cuba, de La Habana, de Jorge y de Pichú. Muy intenso, instructivo, impresionante ¿Podría vivir aquí? Mmm, me atrae mucho su belleza resistente y decadente, su capacidad natural de sorprender, la escasez es muy grande, la miseria ronda, no sé. Es un amor peligroso.