16 de Julio 2024 de FOWEY A PLYMOUTH 22 MILLAS. 5 HORAS.
Hay días que te atascas, que estás obtuso, que pierdes facultades y no te salen las cosas que intentas. Este fue un día de esos. La meteo era buena, día soleado mar tranquila y viento de popa. Ese viento de popa de duda, entre 10 y 14 nudos, es un poco el límite para subir solo mi spi de 140 metros. Pero me animo. Error, estaba de dios que no lo hiciera, lo sentía de alguna forma, pero el equilibrio entre la intuición y la cabezonería no siempre es perfecto, claro. Me costó subir el spinnaker una hora y media por errores permanentes en la izada. La verdad es que es un bicho de 35 kilos y más de 20 metros de largo que hay que manejar concentrado. No es dificil, simplemente hay que hacerlo bien, y por algún motivo los dragones de Fowey me habían desconcentrado. Cuando al final lo consigo izar, no se desenrolla, hay un nudo, me doy por derrotado, hay una fuerza escondida que me dice que hoy no es el día del spi, lo acepto resignado, pensando que igual un ángel de la guarda me ha salvado de un accidente. Nada grave, pero un cabreo y cansancio importante. Entro en la bahía de Plymouth, me acerco al faro de su frente de mar. Vamos subiendo de categorías, esto ya son palabras mayores, puerto estratégico inglés, en Plymotuh está la Royal Navy. Es uno de los más grandes y bellos puertos del mundo. Con su río Tamar, que separa Cornualles de Devon, sus faros y su isla de Drake
La Royal Navy me pasa cerca, que quede claro quien manda aquí, jeje. Por fin tengo un contacto con las fuerzas de seguridad. Una lancha rápida se me aproxima y me realiza las preguntas de aduanas ¿De donde viene?¿A donde va?¿Algo que declarar? ¿A realizado el registro de entrada? Le digo que sí, aunque estoy casi seguro que no... en las Scillys nos dijeron que lo hicieramos por Internet, pero nadie de la tripu se puso en serio. De cualquier forma parece que se quedan conformes y se van. Pero no, el sistema de aduanas funciona, a los dos días aparecen en la marina, me buscan y me dicen que no encuentran mi registro de entrada, salgo como puedo de la mentirijilla, con una excusa tonta y se quedan conmigo hasta que completo el registro de aduanas de entrada en el Reino Unido.
- Ténicamente usted no está en el Reino Unido.
- Ya, lo siento es que todavía no he asimilado el Brexit.
- Para todos ha sido un quebradero de problemas señor.
- Gracias y perdonen las molestias.
Muy amables. Me quedo con una rara sensación de seguridad, técnicamente ya estoy en el Reino Undo.
Para entrar en Plymouth puedes ir por el canal principal o por The Bridge, un paso muy muy estrecho para la amplitud de la bahia, pero bien señalizado. Estoy bien de mareas, con lo cual voy por el paso. Aún y todo, en marea media solo hay 5 metros de fondo.
Tengo que hacer un par de reparaciones para las que me tienen que ayudar así que voy a la Marina Mayflower. Una maravilla, tope lujo. Está enfrente del Royal Willian Yard, una de las pocas construcciones que sobrevivieron al bombardeo de los nazis. Plymouth sí que sufrió en la 2ºGran Guerra, en la Batalla de Inglaterra, casi el 80% de la ciudad fue destruida, fue objetivo prioritario de la Luwtwafe. Así que tengo el privilegio de estar frente a los pocos edificios de Plymouth que quedan del siglo pasado. Recuerdo del Imperio, centro logístico militar que suministraba a la más grande Armada del mundo, la que dominaba los siete mares. Ahora son apartamentos de lujo, bares y restaurantes caros. Es toda una reconversión.
Los dos días siguientes, leo, limpio, compro, cocino y escribo. E intento que alguien me ayude a las pequeñas reparaciones que hay que arreglar antes de que se hagan grandes. Me hace falta que alguien me suba al palo, porque el anemómetro no gira, y tengo que ver si es una tontería o hay que cambiar el rodamiento o otra cosa. Nada que hacer. Nadie me va a subir al palo porque su seguro no lo cubre. Lo pueden hacer ellos por 200 euros, mmm, por ahora puedo esperar a mi tripu y hacerlo con ellos, creo. Este es el país de los seguros y ahora estoy entre los ricos. Los ricos saludan menos y peor, mantienen más distancia de seguridad, o eso me parece en esta marina, igual es que estoy necesitado de cariño, je. Pero no me siento en mi mundo, aunque lo conozco como si fuera mío, igual es el mío y no lo quiero, ya estamos con las contradicciones. Luna llena.
Al día siguiente saco la bici, hay que conocer la ciudad, necesito una tienda de bicis porque la cubierta de la Monty de 15 años debe ser cambiada y si no se me romperá en el peor momento. En la tienda un cliente se fija en mi bici y le llama la atención, hablamos un poco, parece simpático, es italiano, está a la búsqueda de restos de bici para hacerse un trabajo. Tengo suerte y en la tienda tienen la cubierta que necesito. Cuando salgo el hombre sigue ahí y ya nos presentamos y estrechamos las manos, el saludo no es de ricos, es un saludo de verdad. Parece interesante, decidido y dispuesto. Se llama Stefano, de Pérgamo, trabaja en Princess, una gran constructora de yates a motor. Me invita a seguirle de paseo en la bici a ver los sitios de buen paisaje de Plymouth. Es una invitación de casi obligado cumplimiento que acepto.
Le sigo en bici por las calles de Plymouth con dos extrañas sensaciones, por un lado me siento afortunado y asombrado de encontrar la persona que necesitaba hoy !Con bici incluida! Y por otro lado una cierta desconfianza o precaución por seguir en bici por las calles de Plymouth a alguien a quien desconozco por completo. Opto por disfrutar del paseo mientras no me obliguen a lo contrario.
Llegamos a las alturas. Este es el final del río Tamar, al otro lado es Cornwall. Enorme y bello.
Uno de los diques astilleros donde empezó la industria naviera inglesa, en 1689 Guillermo III de Inglaterra lo manda construir. Hace 400 años empiezan aquí, y conservan el sitio, con la estatua del rey. Hay historia.
Ahí se ve la Marina Mayflower y las dimensiones del puerto.
Charlamos, le comento mis necesidades de reparacion y en seguida se dispone a ayudarme. Me invita a una fiesta de sus amigos. Me propone quedar despues de comer para ver las reparaciones y despues ir a la fiesta de sus amigos. Agradezco agradezco y agradezco. Me lleva hasta el Barbican, la zona del puerto antiguo con más terrazas, turística y pintoresca y nos despedimos hasta la tarde. Me doy un paseo, hace muy bueno y es una zona bonita, turñistica pero con sabor a puerto antiguo. Quizá sea una mala persona y está esperando entrar en mi barco para robarme... no lo creo, el que no se arriesga no gana, quiero creer en la suerte.
A la tarde, llega Stefano puntual. Charlamos un rato, analiza el interior como un experto, la pintura, las ventanas, ël se dedica a los interiores de barcos de lujo. En seguida propone empezar con las reparaciones. Lo primero es subirse al mástil. Yo voy precavido, voy a poner mi vida en manos de un desconocido. Explico como quiero que haga la izada, y la arriada de mi persona. El mira con desconfianza el winche eléctrico, solo apretar el botón y mirarme y escucharme por aquí, le digo. Uso doble driza de seguridad, hago el nudo despacio y con conciencia, me cuelgo despacio y me empieza a subir hasta los 20 metros de tope. Me sube bien, pero por supuesto cuando llego arriba me doy cuenta de que me falta una llave para desmontar el anemómetro. Tengo que bajar y volver a subir, me baja bien, vuelvo a subir, desmonto el anemómetro y le echo el 3WD en cantidad, a ver si hay suerte y solo es eso. Acabo la operación y me baja. EL anemómetro gira.. Bien.
Y acto seguido pregunta por la reparación de la ducha. La analiza, examina las piezas que tengo y les da poca confianza pero por intentarlo que no quede. Donde yo creía que era imposible el consigue colocar la pieza. Pero sigue goteando, las piezas no valen. Pero me va a indicar donde conseguirlas.
- Con eso no hay nada que hacer, te mandaré sitios donde puedas encontrar repuestos, ahora nos tenemos que ir a la fiesta..
- A la orden. Pero antes descorcho una botella de sidra y brindamos.
Cogemos un taxi y vamos a la casa de su amigo Oliver. Son amigos del trabajo. Me presentan con amabilidad, todos son más jóvenes que yo.. mi inglés no es perfecto pero es muy suficiente, aunque me pierdo algunas cosas, puedo decir casi todo lo que quiero, que me entiendan y me conozcan.
Oliver el dueño es un artista que se expresa en su casa. Hay mucho trabajo en su casa, muchos espacios trabajados, con un jardín original y piezas especiales.
Hay gente con la que con una simple mirada sabes que te vas a llevar bien.
Bebemos, en uno de los espacios está el fuego y la barbacoa. Me quedo ahí y así puedo ayudar, tiene colocado una especie de chimenea gigante para dirigir el humo encima de un brasero donde se puede encender un fuego. Cuando se hace de noche encienden el fuego. Ya hemos hecho conocimientos ayudados por la intensidad que da el alcohol. Me levanto, acaricio la gran chimenea y le doy algún golpe para escucharla, tiene sus notas y pruebo a sacarlas con la música que suena. Está caliente pero no quema. Cojo un palo como baqueta. No está mal, se puede tocar. Los que están allí se quedan atentos. Es un poco pronto para tocar, doy una vuelta y vuelvo al rato, es más de noche, hemos bebido más y hay más gente en el espacio. Entablo conversación con una pareja muy amable, son interesantes, muy emocionales, quieren sacarle a la vida lo que se pueda, quieren bailar, quieren intensidad, son artistas. Me levanto y empiezo a tocar la chimenea con un palo y una piedra al ritmo de la música, ella se pone a bailar yo sigo tocando y todos se van animando. Acabamos bailando alrededor del fuego, igual que los hombre primitivos. Bien, ya hemos hecho la fiesta. Yo estoy bien. Stefano ha llamado a un taxi para llevarme al barco porque habíamos quedado en volver a una hora. Pero el se va a quedar más, Yo me podría quedar, pero me voy, no hace falta más, estoy satisfecho.
Al dia siguiente aprovecho despues de escribir y leer un rato para dar una vuelta por Plymouth por la tarde y ver lo que no he visto. No queda nada del Plymouth glorioso, se adivina un poco. No es una ciudad bonita, la reconstrucción se hizo rápida en los años 50 y 60, con mucho cemento y poca estética, había que volver a empezar pronto. Pero tiene ese sabor de ciudad vieja, de ciudad con problemas, ciudad enorme en espacios que parece que nunca llega a dominarlos completamente. Ciudad con gente rebelde, con gente en la calle, con drogas y vagabundos, con buenos campos de futbol y colegios, ciudad militar. Ciudad que mira al mar, que su calle principal acaba en el faro del paseo marítimo.
Estas son las vistas desde el faro.
Esta es la zona noble, por supuesto que existen los ricos, jeje.
Creo que encuentro el único rincón de la ciudad que no fue destruido.
Una enorme y bella escultura aporta movimiento, estado de alerta a la calle.
Me gusta la ciudad, es fea pero tiene vida, es callejera y es portuaria, tiene secretos, es compleja y no se abarca a sí misma. Perdió su gloria y no la va a recuperar, pero ya lo ha admitido y mira al mar, siempre al mar.
Al día siguiente he quedado con Stefano que me quiere presentar a unos amigos que viven al otro lado del río, en Cremyll, Cornwall. Cogemos el ferry. Vamos a visitar a su amiga italiana Barbara y a Dominiq. Son restauradores de barcos clásicos. Se podría decir que son resucitadores de barcos. Me enseñan su último trabajo, Lynher, un barco de cabotaje que han recuperado y resucitado durante los últimos dos años, imagino y me cuentan el enorme trabajo. Tengo la suerte de poder ayudarles un poco. Conectamos muy bien. Me cuentan su proyecto. Buscan poder resucitar el comercio de la navegación a vela ¿Por qué no? ¿No se trata de contaminar lo menos posible? Se trata de no ensuciar nuestra casa. Si, en parte se trata de eso, y decidimos a cada segundo. La gente que tenemos dinero, que somos casi todos, unos más que otros, podemos decidir entre varias opciones, podemos decidir comprar contaminando o comprar sin dejar huella de carbono. La verdadera religión es el consumo, no somos creyentes, ni ciudadanos, ni votantes, ni espectadores, ni almas perdidas. Somos consumidores. La manera más potente que tenemos de actuar en el mundo es comprando, es eligiendo a quien queremos, es dandole nuestra confianza, nuestro trabajo en forma de nuestro dinero para que se desarrolle, para que continúe haciendo lo que hace. Es por la belleza es por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Up to you. Segundo a segundo. Cuando compro te doy mi dinero, te doy mi confianza, te doy parte de mi vida, te pido que sigas adelante. Cuando compro arranco fábricas, muevo barcos y camiones, despierto a trabajadores del turno de noche. Seguir asi, seguir así.
Esta es la vista desde el otro lado del río, enfrente de la marina Mayflower
Nos tomamos algo en este PUB.
Estos son sus barcos resucitados.
Y este su proyecto. Se me ha quedado en la cabeza. Quizá, quien sabe... , tienes la gran idea en un segundo. Trabajas muchísimo segundo a segundo.
Algunos trabajos realizados
Al día siguiente me voy a explorar río arriba con el dingui y las indicaciones que me han dado. Y me doy cuenta de las dimensiones del puerto. Es gigantesco todo.
Paso por delante del puerto de Devon, el puerto militar de la Royal Navy
Paso por debajo del puente sobre el río Tamar
Paro debajo del puente, en Saltash, y me tomo una pinta en este pub, hay una placa conmemorativa, desde la rampa de ese sitio los americanos estuvieron trabajando para preparar el desembarco de Normandía.
Hay sitio para todos, incluso para los barcos hundidos.. Me gusta Plymouth.
A la tarde volvemos Stefano y yo, Ya me han llegado las piezas de la ducha que he pedido donde él me ha indicado, así que las podemos colocar. Hacemos la operación bajo sus instrucciones, no está fácil pero lo conseguimos.
- No me gusta que me vean trabajando aqui en un barco, porque me van a pedir que les arregle algo. No no me gusta trabajar para esta gente, con los barcos aqui parados.
- Stefano, de verdad que te lo agradezco infinito.
- Lo tuyo es diferente, tu tienes una misión y me gusta ayudarte porque así participo en tu misión.
Esa frase se me queda grabada.
Llega el momento de las despedidas, me cuesta mucho irme, me doy cuenta de que podría quedarme aqui mucho tiempo. Pero estoy de viaje, sigo adelante. Me despido de gente a la que no sé si volveré a ver, quizá si, espero que sí porque han afectado mi vida, me enseñan vidas que me gustan, voluntades y sueños que quiero apoyar que quiero compartir porque el mundo es mejor con ellos. Pero todo no se puede a la vez, hay que ir por partes.
Muchas gracias y mucha suerte Barbara y Dominiq, sois unos valientes y unos artistas, gracias por aparecer en mi vida.
Stefano, además por reparar el anemómetro y la ducha de mi barco. Gracias porque has aumentado la confianza que podía tener en el mundo y en la vida. Eres grande. Gracias!!!
Antes de anochecer salgo de la marina y voy a fondear despues del puente. Es un lugar delicioso, un silencio enorme. Solo hay otro barco a 80 metros. Pienso sobre los grandes avances de la ingeniería humana de los últimos 4 siglos. Es como el pájaro cuando vuela del nido. El salto increíble que ha dado la humanidad, dominando la naturaleza, superando sus obstáculos para, se supone, conseguir una mejor vida, un mundo mejor.. Mientras no revelemos el verdadero secreto, no conseguiremos calmar nuestra ansiedad de animal histérico, hasta que no consigamos un sentido completo de la vida, no conseguiremos esa harmonía que todos intuímos, nos falta desvelar el secreto de la muerte. Jeje casi nada, en lugares así se puede pensar asi.
Se ve a lo lejos el puente y los coches pasando pero no se oyen. Huele a vaca. No hay nadie. Echo el ancla. Y es gratis.
A la mañana me despierto pronto y salgo para Dartmouth.